El poliéster, armado con fibra de vidrio, es un plástico reforzado termoestable, por consiguiente irrecuperable una vez endurecido, y que presenta una extraordinaria resistencia a la tracción y al choque.
Comúnmente, las resinas de poliéster, se presentan en el mercado en estado líquido con diferentes viscosidades, que varía con los cambios de temperatura. También se puede encontrar en estado sólido y añadirle el disolvente, estireno, antes de la aplicación.
Las resinas de poliéster pueden ser endurecidas mediante la adición de un catalizador, calentando la pieza a temperaturas comprendidas entre 80-120º C., pero es más frecuente la gelificación añadiendo primero un acelerante y, a continuación, después de una perfecta mezcla, el catalizador.
Es frecuente, además, el uso de otros aditivos, tales como concentrados, estireno (disolvente), parafina, espesantes y cargas, dependiendo de la aplicación a que se destine la resina.
La fibra de vidrio es al poliéster lo que el hierro es para el cemento, ya que sin ella, la mayoría de las resinas de poliéster, son frágiles como el cristal, de ahí la necesidad de armarlas con fibra de vidrio o con cargas inorgánicas (carbonato cálcico o mármol), sílice o arena, sulfato cálcico hidratado o alabastro, etc.
El poliéster armado con fibra de vidrio es un material de construcción ligero, muy duro y resistente, con el que se pueden realizar un sinfín de piezas, construcciones y productos diversos.
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